viernes, 27 de diciembre de 2013

Romina Freschi

...pura palabrería esa del amor
cereza boba
melindrosa diosa de las ascuas
sin cereal, el manto hueco
cientos de sonidos siento
un colibrí, sonante
y cierta cremación
dulce o acre
venenosa palabra elucubrada con lubricante

penetra el vínculo
asume la aparente violencia
el vértice, el moco, el hongo
la malicia infartante del musgo, mustio y quejumbroso
parto, parto gigante
sueño del broderie
pienso la materia
y resuena el mortal preludio
“yo te mentía, siempre”...

de Mimoide en la antología argentino-ecuatoriana: ruptura y desafíos de la nueva poesía argentina y ecuatoriana
Edición: Natalia Enriquez, Edwin Madrid (Facultad Latinoamericana  de Ciencias Sociales Flacso sede Ecuador). Auspicio de la Embajada de la República Argentina en Ecuador

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Sigmund Freud

No podemos eludir la impresión de que el hombre suele aplicar cánones falsos en sus apreciaciones, pues mientras anhela para sí y admira en los demás el poderío, el éxito y la riqueza, menosprecia, en cambio, los valores genuinos que la vida le ofrece. No obstante al formular un juicio general de esta especie, siempre se corre peligro de olvidar la abigarrada variedad del mundo humano y de su vida anímica, ya que existen, en efecto, algunos seres a quienes no se les niega la veneración de sus coetáneos, pese a que su grandeza reposa en cualidades y obras muy ajenas a los objetivos y los ideales de las masas. Se pretenderá aducir que sólo es una mnoría selecta la que reconoce en su justo valor a estos grandes hombres, mientras que la gran mayoría nada quiere saber de ellos; pero las discrepancias entre las ideas y las acciones de los hombres son tan amplias y sus deseos tan dispares que dichas reacciones seguramente no son tan simples.

El malestar en la cultura – Sigmund Freud, Ediciones Folio 2007

Traducción: Luis Lopez Ballesteros

continuación de la nada - Macedonio Fernandez


El Universo o Realidad y yo nacimos en 1ª de junio de 1874 y es sencillo añadir que ambos nacimientos ocurrieron cerca de aquí y en una ciudad de buenos Aires. Hay un mundo para todo nacer, y el no nacer no tiene nada de personal, es meramente no haber mundo. Nacer y no hallarlo es imposible; no se ha visto a ningún yo que naciendo se encontrara sin mundo, por lo que creo que la Realidad que hay la traemos nosotros y no quedaría nada de ella si efectivamente muriéramos como temen algunos.
En vano diga la historia, en volúmenes inmensos, sobre el mucho haber mundo antes de ese 1ª de junio; sus tonos bobalicones es lo único que yo conozco (no sus hechos), pero los conocí después de nacer, como todo lo demás. Lo que me podría convencer sería el Arte, más gracioso y verdadero: un preludio de Rachmaninoff, una mirada creada por Goya, pero no es tan crédulo el arte, no abre la boca ante los cortejos de pompas fúnebres, como la historia...

Selección de escritos - Centro editor de América Latina 1968

Julia Prilutzky Farny

...Quisiera creer que puede
ser la luz, la victoria,
la olvidada fatiga, la ternura,
el amor que dialoga.
Que más allá de esto
recomienza el esquema de la rosa.
Pero es mentira. Yo sé que es mentira:
yo que he sufrido su mirada turbia,
su aguda mordedura
acechando en el plomo y en la pólvora,
sus caricias
y aquel infame aliento de su boca.
Yo conozco la muerte,
esa ramera insatisfecha y tonta.

de Hombre Oscuro - Sainte Claire editora, 1980


martes, 24 de diciembre de 2013

obediencia - Jorge luis Estrella


Mi padre era el ser más obediente que pisó la tierra.
Se casó con mi madre
porque ella le dijo: "casémonos".
Tuvieron hijos
porque ella le dijo: "Reproduzcámonos".
Se divorciaron
porque ella le dijo: "Divorciémonos".
Él mismo me contó que, en la escuela primaria,
había ganado fama de violento
porque sus compañeros,
para divertirse cuando lo castigaran,
le decían: "Peganos" y él les pegaba.
"Empujanos" y él los empujaba.
Fue militar porque su padre le dijo:
"Quiero que seas militar".
En la época de la represión
le ordenaron torturar y matar, él torturó y mató
y fue beneficiado por la ley de Obediencia Debida.
No es casualidad que naciera en la calle Nazca
y aún seguiría viviendo
ya que no hay calle que se llame Muera
si no es que yo, a manera de cándida eutanasia, 
después de una acalorada discusión,
le dije al genocida:
"Morite".

lunes, 16 de diciembre de 2013

Eugenio Mandrini

Una palabra que empieza con A

Esos que de noche ven demasiado con el oído: los asustados
Esos que por órdenes, por fracasos, por hastío, agachan
la cabeza cada vez más, y uno se pregunta ¿querrán
morderse el corazón?
Esos que pueden vivir sin mí del mismo modo que yo
(a veces) no puedo vivir sin sus muertes
Esos que se acuestan con una servilleta al cuello para soñar
con la Primera Cena: los desmigajados, los convidados a nunca
Esos que mudan los paquetes de la sangre a un carro y se
golpean los huesos con las coces de un caballo, para que arren
Esos que llevan los roperos al mar y regresan desnudos: los
ilusos vírgenes
Esos que no pueden dormir porque al despertar oyen relojes
atrasados: tic-crac tic-crac
Esos que miran caer los contoneos de una hoja de otoño
y piensan en la devoradora tristeza antes que en los 
bosques del amor
Esos que leyeron el poema de Eluard, juzgaron que faltaba
oscuridad de aljibe o chillido de desesperación allí, y
se ponen a nombrar la libertad con un dedo de fuego
sobre una mole de hielo
Esos que han gastado su último manjar de tabaco y elaboran
sus propios humos con polvo de diente rechinado
Esos que a pedacitos se cortan las arrugas con tijeras
porque han visto su respiración perder velocidad
en los azotes del espejo
Esos que cierran las ventanas temerosos de morir ahogados
por el polvo que levantan las banderas cuando soplan
en las calles, y después, arrepentidos, se muerden
las lágrimas
Esos que dan sus puños solo frente a un momólogo, pero
secretamente cuentan los abrazos que guardan
Esos que no sobornan a la poesía para que cante como un
fantasma de oro, sino que la sumergen en lava para que
explote y aturda con sus silencios al reino de los
sordos; los mismos que la llevan a que espante a las
fieras congregadas en las fiestas dominicales y asalte
los candados que guardan a la inhallable mujer de Dios
Esos que se echan a vivir, sin equipaje, en andenes
desolados, para saber si después del último tren, bajo
la noche lustrada por las viejas y empecinadas estrellas,
volverá a pasar la lluvia con sus latidos de añorado
corazón: los melancólicos, los del hollín en un ojo,
los boquiabiertos que tejen la paciencia con sus barbas
Esos que bañan sus lenguas en jugos de pólvora y las
caricias en océanos de lija, y luego salen a cortejar
a la muerte, a demorarla
En fin, los trapecistas que hacen reir a los pájaros,
los suicidas que mueren centenarios en la cama
Para ellos los tesoros
desenterrados por los locos que cavan en el aire,
mi almohada de cuero de mortero que hace de pesadillas

polvo, y en especial una palabra que empieza con A.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Raúl Pignolino

Ahora -  Raúl Pignolino 


Ahora
recupero la forma de los días
rescato
una porción del alba
una gota inocente para el sueño,
un perfil de pasado
reviso con paciencia
lo que queda de Dios

Claro que ya no sé
de qué noche llegaste
cuándo fue la mirada
que me abrigó hasta quedar desnudo

Apenas si recuerdo
una sola distancia