lunes, 17 de agosto de 2015

Leo Mercado


Sagaz, silencioso, uno atraviesa la reunión, en puntas de pié. No es posible nombrar la ferocidad de la poesía, su peligrosidad exacta, su sutil advertencia. Sólo se trata de atravesar la reunión, sin más, presumiendo los gruñidos, las respiraciones hambrientas, el olor a sangre caliente; de empuñar la muerte como a una sutil provocación, y la sombra espesa, obtusa, que proyecta la soledad en los espejos cómplices de agua. Y llegar a la puerta de la providencial jaula, sediento, sin querer salir, con la sospecha imperfecta de habernos convertido en otro de los animales del poeta. 

(Leo Mercado. En el rubor de la selva Salteña, el día 03 de setiembre del año 2013)

extraído de la contratapa de Otros animales de Jorge Curinao

Jorge Curinao


Y está la otra boca
la del mundo.

La que beberá todo
de una vez y para siempre.

de nadando,  2012

IV

Mi padre era un trabajador. Una mañana, en la primavera de 1987, se fue como todos los días. Pocos días después desapareció. Nadie supo bien qué pasó. Tal vez el mar. El cuerpo de mi padre muerto estuvo allí, en el mar, tirado por varios días, varias semanas. Nadie supo bien qué pasó. Como suele suceder. Desde entonces odio las muertes, las esperas y sobre todo, los ojos que no quieren mirar.

II

Si pudiera enlazarme con mi huída. Escuchar mi angustia, mentirme un poco. Me pregunto y quisiera saber de qué se trata eso de proyectarse hacia el vacío; por qué la palabra no me aborta. Y dónde se forma el silencio, dónde la región de la sed. Y porqué tener que morir llorando. Es necesario abandonar la noción de verdad. Reconciliarse con el mundo. No perderse de vista. Es necesario soñar con el mar.

VII

La luz envejece en la habitación. Y yo pidiendo una frase, una sola frase que me sirva de escudo ante tanta fiebre. Eso necesito para no confundirme: un canto distinto al mío. Una plegaria que me dé algo de respiro. Una invocación donde las palabras suenen como cuchillos en el aire. No obstante, eso no sucede. Suceden las mañanas de hombres sin rostros. Los signos del sueño . La luz apagada.

XXVII

La gente entra al mundo desde otros mundos. Una puerta cerrada, a veces, es una pregunta. Una desesperación que nos alumbra. La victoria, al fin, será abrir esa puerta y ver que adentro está todo, todo lo que callamos. El olvido camina en puntas de pie.


de otros animales 2014

domingo, 16 de agosto de 2015

Aldo Pellegrini



…lo poético no reside sólo en la palabra; es una manera de actuar, una manera de estar en el mundo y convivir con los seres y las cosas. El lenguaje poético en sus distintas formas (forma plástica, forma verbal, forma musical) no hace más que objetar de un modo comunicable, mediante los signos propios de cada lenguaje particular, esa fuerza expansiva de lo vital. Como consecuencia, el mundo poético está en todos, en la medida en que cada hombre es un ser integral. La clara consigna de Lautréamont, "La poesía debe ser hecha por todos", no tiene otro sentido. Aquel que ignora la poesía es un mutilado, tal como lo es aquel que ignora el amor.