sábado, 11 de junio de 2016

Un caos lúcido 3 - 11-06-16




un caos lúcido en radio - programa 3 - 11 de junio de 2016. Conduce alcia b. pastore.

Poeta invitado: Alfredo Luna

Se leyó el fragmento de Gianni Sicardi: A todo poeta le son dados algunos poemas que sólo él podría escribir. Ésa es su enorme responsabilidad: nadie podrá escribir aquellos poemas que por desidia o distracción él haya dejado de escribir. Cuando el poeta escribe es un náufrago, en el momento en que el náufrago ha dejado de luchar. El tiempo se detiene. El encanto de la vida se esfuma. Las opiniones se evaporan. Los estados de ánimo dejan de fluir. La imaginación deja de proyectar su film. El ser que escribe pierde su astucia, olvida su habilidad. Y no sabe cómo reaccionar, sólo que no hay nada a qué reaccionar. El hechizo latente de las palabras de pronto se ha despertado en él y entonces advierte los límites estrechos de su pobre conciencia habitual amarrada a la pequeña y fácil maquinaria del pensamiento lógico, y transpone esos límites.

Y el fragmento de Guillermo Samperio:  Algo sobre las tinieblas

" Subo hacia el segundo piso y me doy cuenta de que la tiniebla está untada a las paredes, carne de los muros, como si éstos fueran ella misma y yo pudiera transponerlo, como se horada la neblina y, de esa forma, atravesar todos los edificios del Centro, mirando sus vergüenza y sus orgullos, sus amores y sus melancolías, sus crímenes y sus nacimientos. Necesidad imperiosa de que la tiniebla anciana explique, diga, cuente cada historia, que resuenen en este silencio los estallidos y las voces poderosas, que se escuche el llanto de una mujer, las canciones de una serenata, la agonía de los viejos. Entonces comprendo que la principal vocación de primera tiniebla es la sugerencia. "

Alfredo Luna nos invita a realizar donaciones de libros de poesía para la Biblioteca Inés Manzano, de reciente creación. Los que deseen contribuir, por favor, escribir a Alfredo a ayudante20@yahoo.com.ar o por mensaje privado a Alfredo Luna en Facebook.

Se escucharon los audios:

De la noche – Clelia Bercovich
Nina Thurler por María Elena Rocchio
Balada de Auschwitz – Leopoldo (Teuco) Castilla


un caos lúcido se emite el segundo sábado de cada mes en el espacio Desde el arte, ciclo cultural coordinado por Helios Buira

jueves, 9 de junio de 2016

Javier A. Saleh - Sujeto sobre uno avos


En la muestra, como llamó a la que cualquiera de nosotros llamaría presentación de un libro, no quiso comentarios (lo oí decir). Acá, en este blog, no lo sé. Tal vez, por el aguantador cariño que nos tenemos, me lo permita. Quizá no y entonces, por el aguantador cariño que nos tenemos, yo levante este post que pretende un entrar y andar  por su libro apenas, tabanear la curiosidad, encrespar al caballo.
En este mientras sin pausa, él escribe poniendo los piés en el papel para no caerse. Yo no lo sabía. Me pregunto porqué lo hace. Creí que sus pies siempre iban a los lados de su moto, como quién va domando un potro, pero no.

Disiento con él en que el silencio es el último método/ para entenderse con los demás, pero en el mismo poema comulgo: Sin embargo los ojos mudos son una partitura que hay que interpretar/somos justo ese miedo/de esta terrible rutina/donde nos palpan a cada minuto/para saber si todavía/técnicamente/estamos temblando.

Me pregunto si es su yo en estado de frontera el que duda. no es ésta nuestra última poesía/aunque se prediga la huída/de la propia ventana (...) Sin embargo/ ahí están los peces/ fuera del agua/dándose respiración boca a boca.
Si finalmente escribir es el mar amarrado a una isla/ es hundir las manos en el papel/ y buscar en la hoja en blanco/ como si bajo la pluma hubiera/ una mujer que no nos ama...

No ordena sus amores en las parcelas correspondientes, no porque anden desperdigados confundiéndolo. si no porque todo es uno y lo mismo: Sé que el fútbol no es cultura./ Cultura era quererte/esperarte era el ejemplo de la izquierda que nadie vota,/hoy que tu hijo no tiene mi apellido ni mis ojos/ sigue habiendo en la pared la palabra amor...

Y llega Edipo alrededor de ella: Tocar la foto de vos sin intemperie/ es un puñado de verdad en los ojos, (...) No debiste dejar el corpiño/ como señalador de Kafka. (...) Es que hay cosas que vos no sabés/ las clases de natación, por ejemplo/ que vos pensabas que eran un amante/ fueron para aguantar/ la respiración en tu boca.
Siguen esos dedos soltándose/ convertidos en mirada de soslayo/ como cuando el aire libre/ respiraba por nosotros/ y la lluvia era mi boca seca/ de un cielo clavado a tus pies/ la encía muerta de hambre/ tu nombre creciéndome/ en las orejas acostumbradas/ al eco de una saliva que ya no está/ la memoria de una transpiración/ todavía dando sombra.

Le atribuyo preguntas retóricas:
¿los ciegos, cuando mueren, no ven, la muerte venir?
¿no está Dios ahora sintiendo los dolores de los clavos?
¿qué cuenta hizo Jesús con los panes?

Y respuestas retóricas:
Te están educando para tener hambre/ a la hora que abren los restaurantes/ para dar nombres y apellidos/ para exagerar tu inglés tu quechua/ discar el número de la policía/ contar las noches que no soñás/ las cruces y la cantidad de sombra/que hacen los barcos hundidos. (…) Les están contando un cuento / (antes de dormir) / para soñar con otra cosa / les dibujan un después pequeñito / y como el mar / la sangre no se termina nunca

No hay autorretrato sin madre, ni madre sin muerte, ni muerte sin dogma cuestionable, ni se puede cuestionar el dogma sin al menos un poco de fé en el autorretrato

a esa quietud se fue / bien futuro con rueditas / bien ex mamá al tacto / ella no volverá de náufrago / en la saliva que no tragué/ y con su ideología de oleaje/ no será una sangre indeleble / que salpica (…) sin embargo a veces/ acomodándose del lado sano/ la sueño volviendo/ en una pierna/ como a saltos de embolsados/para que mi vía Apia/con su cara en coma farmacológico/ sea menos bíblica

Todos somos culpables hasta demostrar que Dios es inocente./Se elige por amor un paro cardíaco/ se elige la muerte por extrañar lo muerto
la ley de gravedad/se le cayó a Dios en un descuido/Dios se cree Dios/y sigue caminando de acá para allá/ sin levantar los ojos del cielo

pudo haber sido Javier Saleh
y fue muerte hora local
su única identidad
será abrigo de pasto
hacia todo lo que no es dolor
y ni siquiera le sirvió a la poesía
(extrañará tropezar con esa piedra)





¡PIDO…!




Clave popular en la infancia para pedir un alto en el juego.
a Miguel Pereira y Fortunato Ramos Director y guionista de la película La Deuda Interna

¡Pido…! Ahora seré el rumor del agua
que brota del barranco
y esa como callecita de pasto
tendida entre los campos.
Volverá la luciérnaga a tus ojos
con los enormes barcos
soñando ser marino
cuando te pongas alto.
Ahora te toca a vos armar el fuerte
mientras que yo en cuclillas
y en los dientes un pasto
te cuento la última película de cáuboys.
¡Pido…! ¿Te acordás…? yo pedía
hundir por siempre mis uñas en la tierra
y en el agrio espesor de las naranjas.
Buscaba en el trajín de los bolsillos
asoleados Juguetes y decía
en la tonalidad oscura que inventaba:
- ¡Hasta el más hondo amor muere despacio
y todo verdor perecerá!
como titulaba un tal Meyrama
de quién, sólo eso, había leído
por difícil, sin figuras y en letras apretadas.

¡Pido…! Ya se mueve en tu pelo
ese brillo de luz mesopotámica
negando con tu risa digresiones
citas puebleras, metonimias.
Silencio de entrecielo
hasta soltar al aire tu canto popular
como yéndote lejos
cuando creíamos ser sólo lo mismo:
Boyeritos cuidando las lecheras
La yegua del sulky
Las ovejas.
¡Pido…! Que ya hace un tiempo
me ronda el niño aquel
en pulsiones levísimas
para traerte.
Agua, viento
bajeles, camarote, quilla hendiendo
tanto recodo loco de la historia…
Y te regreso,
orgulloso del cinto marinero
del uniforme blanco
del alma sin recelos.
¡Pido…! No juego más
pues ya no hallo
los viejos soldaditos
los indios, los caballos,
fantasmático almario, se diría
estrellas bordadas en gramilla
pastoreando la vieja callecita
con sus vacas lecheras
la yegua mansa
ovejas y corderos enrollados
deviniendo su ajenidad y su destino

¡Pido…! Te dije…
ya sé que has vuelto al fin
donde la vida nos abrió los brazos
cuando yo te llevaba las palabras
y vos me devolvías
ese saber holístico del campo.
Boyeritos cuidando de animales
de sueños y presagios.
Hasta que al fin
esa fea, brumosa dama indigna
ordenó el hundimiento del Belgrano.


fuente: autor

miércoles, 1 de junio de 2016

Alfredo Luna


duerme en la sed del mundo

la memoria es implacable

de un lado a otro de mis ojos
los cardones brincan en la luna y juntan agua
porque hay un río que la desea

la luz se rompe

el viento llora salmos en la noche
para matar la pobreza
matarla y que vuelva al cielo

lejos están el amanecer de amapolas
y zorzales estremecidos
más lejos aún
el niño que las piedras vieron morir aquella vez

un torpe dios quiere renegar de mí
y no puede

en la sombra, en el reflejo, mi corazón alucinaba

ovillando recónditas hebras de silencio
dios lubrica sus cadenas
para que muramos ahogados de fé

crecimos a la sombra de un fabulario

esa luz enloquece y mata.

agoniza un fósforo en la noche


Para mi amigo Juan Gabriel fernandez
por las Islas Malvinas en 1982

el amor excede a las palabras
y las tijeras del frío cercenan la escritura
detrás del muro de viento en las tinieblas

aquí no hay más que tus manos truncas
y una mordida voz de fusiles quemados
detonaciones de huesos
estos ojos rotos de vergüenza y mi vejez con tu derrota

cada vez más adentro me vuelvo la sombra del que fuiste
remedo de lo que había intacto en nosotros
con todo el luto del Sur yo esperaba
esa rémora cruel de los días que la patria ha carcomido

que no sea tarde
con la boca con tus ojos escríbenos
también aquí hay madres
con el corazón frondoso de miedo
y los brazos que se niegan
a sostener pedazos de nosotros

nunca rezaré porque no me da la boca
porque me falta la fé de los muertos

porque me duele el fracaso del siglo.

regresas más vulnerable que el aire

con la carne manchada has vuelto al cementerio de los vivos

en medio de este pozo blanco
crueles sábanas te roban el pudor

ahora tu cuerpo es magra tela
y las plagas del Apocalípsis
habitan
donde había fé colores himnos
por eso crece el abismo en mis manos
y en la otra soledad de la agonía

crece y no puedo degollar tu pena del buen sufrir

crece y no puedo atrapar el último suspito.

de "testigo infiel" ediciones en danza - 2016