¿qué cosa fue tu infancia?



Mi infancia fue un pueblo lleno de estrellas, de bicicletas, de helados, de sol, de niebla. Mi infancia fue una raiz de luz. Gisela Galimi

Mi infancia fue rio y sobretodo rio. Parral, barrilete y bicicletas. Carnaval en el Tigre. La familia reunida en un gran patio. Mariel Monente

en un barrio de provincia de Baires, pegada la casa a la vieja Panamericana, aromos, tilos, barrancas alfombradas de pasto, bichos colorados, pájaros... En la quintita de mi abuelo. un ciruelo, un duraznero, varios limoneros. Las abejas rondando mlas flores, las avispas, las moscas, frutas y olores...  La terraza y el tanque de agua, el asfalto que fijaba las baldozas derritiéndose al sol...perfume de albahaca, perejil, tomates. Adriana Valmayor

Un río, una cueva y mandarinas...
Piedra Libre/Comenzaré jugando a la rayuela,/lanzando piedritas hasta el cielo,/gritaré “Piedra Libre” para todos,/hasta que el último este a salvo./Llegará la nostalgia a saltar conmigo,/de a una, de a dos…juntas en la soga./Nadaré hasta el final de la playa,/buscando los peces que construyen castillos en la arena,/sigilosa, revoltosa…/robaré uvas prohibidas, limones y ciruelos,/de los que junta mi abuela para el dulce./Y cada vez que anochezca en un delirio,/me esconderé en la cueva de mi infancia. Gabriela Rivero

Un barco, nací frente al mar, en una casa sobre pilotes, a cien metros del agua, pensaba, que también estaba en un barco nací frente al mar, en una casa sobre pilotes, a cien metros del agua, pensaba, que también estaba en un barco. Caminaba por senderos inventados, llegaba a los medanos, me escondía entre tamaridos .Graciela Fosser

En un pueblo pequeño, lago, sierras... y sobre todo libros, libros, libros! Liliana Hayat

El potrero y la gambeta,/los benteveos/y el ruido del tren cercano,/un árbol de mandarinas/mi abuelo. Leandro Alva

Un pueblo en La Pampa, viento, tierra, los cardos rusos volando en pelotones, como en una película del Far West, las bandada de langostas que oscurecía el sol y se comía hasta la ropa colgada, hermanos, árboles para trepar, la libertad absoluta. Zulma Fraga

Rilke decía que la única patria es la infancia y adhiero a esa idea. Mi infancia es mi patria, desde donde todo en mí se sustenta. Y es un barrio porteño, el natal, Villa Luro. Y mi barrio es una escarapela de barro. Mi infancia es mi patria. Hugo Toscadaray

Mi infancia fue un retazo de cielo, una espiga de trigo, un girasol dado vuelta, una florcita celeste de lino, gavitoas, un arado, los gusanos en la tierra revuelta, mi hernaba y yo detrás del peón que conducía el arado comiendo frutas silvestres, unos ojos tristes y verdes de mi madre, un olor de amor en la cocina, una tia unica e irrepetible "Celina" y las manos de mi padre... Susana Mabel Nuñez

Todo texto acuna una imagen.también la infancia es un texto y un mito/un patio cuadriculado en baldosas en el barrio de NUÑEZ/una armónica ,su estuche verde ,el ajedrez y los ojos azules de mi padre/la dedicación y los genios que dispersaba mi madre/como el agua que siempre hacía oír su canción en la canilla llorosa/A veces, rugido,/Y entonces ,temíamos al mar./Siempre es un mito hablar de la infancia/acercarse al Minotauro ,sin darse golpes en la cara/soñar con la muñeca de ojitos movibles/con pestañas de verdad/Ansiar el/momento de salir a jugar/con la amiga de enfrente ,la elegida/y soñar/soñar.con escapar/del colegio/de la exigencia de las notas ejemplares ,/de los horribles frios que no se saciaban con abrigos de lana picantes/y soñar/y la luna siempre tentándome a alcanzar su morada ,/justo arriba de la hiedra que abrazaba la escalera/hacia la gran terraza harta de sol/la infancia ,un color como preludio de penumbras/territorio minado por el vino de la evocación  Marizel Estonllo


Aun estan los olores en mis recuerdos…llegar del cole, el aroma de la cascarita de limón en el arroz con leche de mi vieja...las tardes en la casa de mi abuela en Florida. ..aromas de albahaca y ajo, spray en la peluqueria de mi tia...florida...aromas de Florida que todavía me llenan de nostalgia. Patricia Raducci de Diaz

Yo tuve una infancia hermosa, vivía en Montevideo en un edificio que estaba enfrente al Zoológico, en un tercer piso y me la pasaba jugando allí con todos los chicos del barrio y los animales, entrábamos gratis aunque era muy barato apenas 10 centésimos los mayores y cinco los menores.
Recuerdo que iba de mañana a la escuela, al medio día comía hacía los deberes y a las dos de la tarde ya estaba en el zoológico, a las cinco de la tarde mi mamá salí al balcón y gritaba Beeeeeaaaaaa!!!!! ya eran las cinco de la tarde hora de tomar la leche. El veterinario era un señor muy alto y muy bueno cuando se moría algún animal nos dejaba ver por una ventanita las autopsias, el morbo en la niñez es infinito, vi la de una tortuga gigante, de un hipopótamo y de una avestruz de esa no me olvido le sacaron del buche 13 kls. de metal entre alfileres de gancho anillitos de oro cadenitas prendedores de bebé. se ve que les gusta todo lo que brilla. Y el que era toda una institución era Don Carrasco el que cuidaba a los elefantes les hacía hacer pruebas generalmente los sábados y domingos cuando iba mucha gente, todo un espectáculo! fue muy linda mi niñez!....Beatriz Piendibene

de chico amaba la cuchillada del sol que golpeaba mi espalda, amaba los arboles y las calles de tierra y me gustaba ver sentado en la vereda, las parejas caminar juntos de la mano , ahora de grande me pregunto , si eso era el amor- Jorge Figueroa


mi infancia fue en pleno centro tucumano, saliendo todos los medio dias del colegio con mi hermano y unos amigos a jugar a la pelota y despues ver " los caballeros del zodico" en la tele. Las siestas nos íbamos a la calle a seguir nuestros juegos y a meternos en los patios de los vecinos por los techos...
Finalmente volvia a las 17 donde mi querida Meki me tenia preparado dos sanguches de jamon y queso y un vaso de yogurt...
Y los fines de semana eran con mis abuelos, escuchando música y cocinando. Quedándome hasta la madrugada viendo televisión.
Mi infancia fue Serrat, fue Silvio, fueron los asados, los libros de esa biblioteca inmensa en casa de mi abuelo, los viajes con mis papas, las peleas con leandro, cantar canciones de suigeneris a Julian.
Y con una birra encima lo cuento...mi infancia era cantar "cancion del elegido" con una cuchara como microfono, con los pacientes de mi mama como publico en su sala de espera... Mt Gabriel Solarz

Orfandad, un papá, dos abuelos mágicos, dolor posterior, mucho, pérdida, muerte...y salir. Gabriela Bruch

Una tarde imprecisa, la indagación por los rincones, una cierta huida de los otros, pan con manteca y dulce que a veces era pan con manteca y azúcar.
La música clásica de mi madre y la música folclórica de mi padre, la puerta cerrada de mi cuarto, la complicidad y las traiciones de dos hermanos varones, jugar a la pelota y trepar a los árboles, no ir a cenar a tiempo y gritarle al grito materno "esperá que termine el párrafo" que ni entonces ni ahora acabó de terminar. Yanina Audisio

Los sonidos de un barrio en zona sur de Buenos Aires. Los pájaros a la tarde que hacen difícil escucharnos mientras hablamos por su volumen. Los mates con tortafritas de mi abuelo. Jugar con "perfume a sol" (juro que lo sentía), o la lluvia entre las hojas de los álamos y fresnos. Juntar semillas de algunas plantas por puro placer. Cantar sin vergüenza todas las canciones que escuchara o me acordara.Luz Ríos Iribarne

Películas de García Ferré en un cine de Flores, la plaza Irlanda, castillos de arena en San Bernardo, un caballito de madera, los libros de la colección Robin Hood, la primer bicicleta, el barrilete que me hizo mi viejo, el enigma de la muerte, mis abuelas, los domingos de almuerzo en familia. Martín Cottone

Uh!! Infancia...Infancia.... ¿La mía? solitaria, sin juego, sin niños, aburrida, En un lugar árido, con viento frío, entre gente de piedra. Una imagen que contradice este sentir: Jugar a la farmacia: miles y miles de pequeños frascos hacian esa mañana diferente. Nadia Albarracín

Mi infancia fue un pueblo de tierra suelta y libre, de casas alejadas, de chicos corriendo por las calles sin veredas, donde huyeron la plaza y la iglesia un día de esos en que mi abuelo se distrajo.../ Graciela boticaria Amalfi

Un enorme jardín con un ciruelo generoso. Virginia Peluffo
los azulejos transpirados por la olla de puchero y yo haciendo deberes en la mesa de fórmica amarilla. cuentas borrador sobre la mesa que resbalaba con chirrido. despues borraba con trapo. Patricia oddo

tengo la infancia como tatuada adentro, a veces como refugio, a otras como impulso. Siempre como ermita de colores. Graciela Fosser

Claro que las fotografías de las películas de Esther Williams eran a pleno color, una piscina en ruuu-tiii-laaan-teee technico-lor, fotos brillantes de cartelera que daban cuenta de una piscina nacarada y bañistas abriéndose en flor o en abanico de cuyo centro emergía una Esther Williams sonriente y saludando, toda ella plumas y guirnaldas, arquitectura sustentada por el discreto andamiaje que permitía una apariencia de equilibrio firme en medio de tanta agua coloreada. Focos de luces, también de colores, que seguían los sinuosos movimientos acuáticos y de pronto iluminaban surtidores y hasta llamaradas.
Bigotito fino Xavier Cugat de maracas y perrito chihuahua en un fastuoso escenario Hollywood Hollywood, ¡oh, Hollywood!, la banda a todo ritmo y cálida esa rumba Bim Bam Boom o el Tico Tico. Pero lo que hizo verdadero suceso fue Alma Llanera.
Cuadros perfectos de nadadoras haciendo figuras dentro del agua. Visor que permite tomas de contorsiones resistidas o impul-sadas por el agua turquesa de filtros en la luz y filtros en la cámara, color que también se reproducía en los atuendos de las espectadoras que ya disfrutaban a pleno la moda de los tonos más variados del color pastel. María Lydia Canoso


Atraviesa mi corazón/el abrigo del afecto/que quedó jugando/entre el patio y la escalera./Rayuelas dibujadas en el corredor,/la sombra fresca bajo la parra./Las siestas obligadas,/las cascaritas de naranja para el mate./Una bailarina inconclusa, /el mapa de Europa recién pintado/y la adolescencia por estrenar. Teresa Vaccaro

Estuvo llena de letras y colores.. viajes al pasado a traves de anecdotas.. fueron las tardes en lo de mi abuela, la casita de pujol, lo que marcaron mi infancia. Juliana Calvo

Me viene el recuerdo de carnaval que surge de una pelea entre amigos del barrio en el veranito gualeguaychense, ibamos a "competir" por la mejor comparsa, sali sorteada reina de una de ellas y alli iba con mi capa cortina y mi triciclo carroza sobre la calle de tierra saludando a las vecinas que tomaban el fresco de la tardecita Ete Wess

El aroma a frambuesas recien cosechadas de la quinta de mi abuela Emi, llegar a la cocina con las manos manchadas por comer algunas en el camino, con las q mi mamá hacia yogur casero. Aromas aromas .mi infancia esta llena de añorados aromas. Laura Molina


Años de todos los colores. Las lecturas y recitados de mi mamá casi todas las noches, sentada al borde de mi cama, en un íntimo espectáculo unipersonal entrañable. Mi infancia, un recorrido iluminado por el juego a toda hora. Disfraces en mi cuarto para jugar a la actriz. El living transformado en una jungla tupida. Galletitas Lincoln con café con leche. Sueños, muchos sueños. Las rodillas manchadas con el pasto fresco. El mundo abierto. Leer cuentos y escribir. La persecución de las hormigas durante cuadras. Pedirle a mi papá que me regale un patio. Sentarme a pensar desde lo alto de una rama de un árbol. "Déjenla sola, solita y sola que la quiero ver cantar, saltar y brincar, andar por los aires..." me cantaba mi mamá casi como designio: así caminé también mi infancia, un poco solita y sola y por los aires como respuesta a algunas vivencias tristes que me deparaba mi extraña familia de pocos tíos, primos y abuelos, atravesados por el silencio de no querer ni poder contener a uno de ellos, que sufría de alcoholismo severo.
Así, mi infancia fue una grata supervivencia gracias a la imaginación.
Mariel Ballester

La pregunta me hizo recordar inmediatamente esta breve escena, pero que le dio forma a el mirar hacia el cielo de después: Mientras esperaba el micro para ir a la escuela, la abuela Aurora (nunca más volví a escuchar un nombre tan hermoso y prometedor) me daba unos puñados de migas de pan, que disponíamos con mucho cuidado. Después, a un costado, esperábamos a que empezaran a bajar los gorriones que venían a "tomar el desayuno".
La espera, el verlos aparecer, comer y volver a volar, tenían para mí un encanto especial...Marcela F. Mas


Mi infancia fue mi abuela y mi abuelo esperándome a la salida del colegio, mi gato, la radio a dónde iba con mi tía que trabajaba allí, luego el teatro por ella también. Y el miedo, miedo a equivocarme, miedo a los maestros, miedo a los golpes de los chicos que sin embargo, siempre devolví sin atraso. Lo mejor fue un pueblo del interior, cuando íbamos los veranos con mis padres, corrí a campo abierto, había animales, montaba a caballo, tenía amigos, quizás haya sido lo más grande que me sucedió en la infancia. Laura Alcoba Levy


Uno de mis recuerdos, mi primer poema, con ilustración y todo!Tenia 8, casi 9, mi vieja organizó la presentación, mate y facturas para ellos y Toddy y unas Manon para mi, ellos eran mi viejo, Pepe y mi abu, Juana. Me ayudo a pegar el dibujo en la heladera, una Marshall verde clarito, lo tapamos para que sea una sorpresa, descubrirlo un cachito antes de leer, como corresponde, me aplaudieron! y mi abu, después de terminar el mate, se los llevo a doña Paola la tana, la vecina y tan orgullosa se los mostró... El poema y el dibujo los tuve hasta 1985, el agua se los llevo, a mi, otras "inundaciones" me llevaron, no, no me ahogue, casi... pero eso es para otro evento : ¿que cosa fue tu vida en los terribles 90s? jajjajaj/La paloma se sentaba entre el cielo y la ventana/nadie se daba cuenta que estaba enamorada./Maria Alejandra/1972. Alex Zeta

mi infancia...bicicleta, mi papa todos los días venia del trabajo con un cuento que me lo leía bien cruzaba la puerta de casa, mucho juego con amigas...Claudia Ainchil


La infancia era las luminosas zapatillas que le miraba a otro. Gustavo Caso Rossendi


éramos niños y pasábamos horas
picando piedras de la casa,
luchando en guerras de miniatura,
persiguiendo hormigas, sapos, mariposas, monstruos del jardín,
esperando la lluvia y el barro en un descampado,
el mundo era un baldío, una casa abandonada,
o un patio con baldosas y macetones,
y el tiempo
el paso lento
de los días y las estaciones;
otros salían entre sombras,
volvían con sudor, cansancio, pena,
y algunas alegrías a principios de mes;
cómo entender el mal humor, el sueño a deshora, los gritos imprevistos,
solo resuena el eco pobre de las explicaciones:
sacrificarse, darle duro, ahorrar, cuidar la ropa nueva y los platos de loza,
y ser honesto y no olvidar ni el pañuelo, ni los documentos,
entramos a la calle como a un libro de Verne o de Salgari,
pero nos perdíamos en la ciudad y nos mareaba la cerveza
y comenzamos a dudar...
¿en el espacio entre los átomos vaga
el misterio del pulso desbocado, los rubores del sexo,
la noche con su ansioso interrogante solitario?,
pequeños peces frente un océano infinito y oscuro,
¿qué traerá el sol, qué traerá la madrugada?,
la angustia era ignorar si esa arquitectura de partículas mudas,
las fórmulas, los números, la tabla de elementos,
podría contener los horrores del mal, la enfermedad, el abandono,
y el pasaporte a la aventura del cuerpo y a los lugares más extraños del globo;
los malabares aumentaban en casa,
un circo pobre cuida las escasas pertenencias,
todo para soportar el crecimiento
de nuestras exploraciones, “para vosotros la libertad”,
mamá zurcía, estiraba los billetes,
papá vendía verduras en la feria,
la destilería en huelga y él girando por la casa
como un perro encerrado,
el paraíso era volver, el turno rotativo, el calor sofocante
de los hornos, los gases venenosos y la paga segura, volver
con la frente marchita, pero volver, y esperar otro tango distinto,
pero yo no entendía nada aun,
y solo recuerdo el eco de sus explicaciones,
traidores, carneros, quesistas, los ingenieros no saben nada,
la gendarmería en los vestuarios, estas en la próxima lista,
y el solo repetía
“serás lo que debes ser o no serás nada”,
mientras tanto los libros no mordían,
ajenos a la angustia y al dolor,
la técnica,
las maquinas,
las herramientas,
el ruido de la materia más diversa
que gime, cruje, grita,
transformada por mil operaciones;
la sinfonía moebius del progreso
ocupaba el espacio de la soledad,
el hambre, el temor y los dioses castradores,
y un muchacho virgen de sudor y rutina
aprendiendo a manejar sus manos
bailando entre martillos, limas, tubos de ensayo, ácidos y bases; (...)
fragmento de La intemperie - Carlos  Aprea

mi infancia es el aroma y los colores de la sopa de mi abuelo...el perfume de los jazmines de mi abuela...cuentos, lápices, dibujos...y mi papá y nuestras tardes de domingo...Ali Malva

Allá lejos hay aroma a leche fría en la vereda y éramos cinco todavía. Con ellos cuidaba los autos en los días de partido de Chacarita y robabábamos aceitunas al "olivero" de la vuelta. Yo acunaba un bebé negro Piel Rose y los Wawanco ensayaban en la casa de junto. Mi papá traía chocolates de uno de sus trabajos y mamá cocinaba galletitas con cubierta de azúcar y limón. Mi amiga Vivi - de cuando ella también estaba - traía sus bebés envueltos a sentarlos en mi vereda. Mis hermanos estaban. Todos. Había Manón y Tarzán. Y arroz con manteca y huevo frito. Y el olor a lavanda de papá y el arreglador de huesos de la calle de enfrente. Narciso Ibáñez Menta era el único monstruo, el único éxtasis era el recreo y un asalto era solamente, llevar algo dulce o salado porque los varones llevaban la Crush.
Karadagián me alzó a upa en el baile de primavera de Chaca, habían ido los Titanes!. De ésa tardecita me vienen los juegos en la canchita, de que Ellos se reían y de una música que aún pasados los años, recuerdo.

Pasados los larguísimos tiempos que no se miden en años sino en voces y silencios, puedo decir que mi infancia todavía se huele en los días de Sol. Aunque. Sylvia Cirilho

Los días en la casa de la abuela, los días en la quinta, los días en el campo; muchos libros, la mano de papá, el perfume a limpio de la casa y el perfume de mamá, mis hermanos. Eso fue mi infancia. Inés Legarreta


Estridencia de colores y aromas, todo enorme y fantástico. La infancia fue el todo viniendo mágicamente, definitivamente fue la estridencia como un estallido de belleza. Sandra Pasquini

mi infancia es un pasaje a través de la lluvia / un breve arcoiris perdido entre sus gotas / la luz se refracta y se refleja en cada uno de los prismas / mi infancia, ilusión óptica / juegos simples de la luz… Hilda Díaz


BESTIAS.Demasiado silencio. Compré manteca y un poco de pan, el sol rajaba la tierra y yo volvía a casa pensando en el café con leche que me esperaba. La abuela estaría rezongando porque siempre tardaba más de la cuenta. Pero esta vez la tardanza era culpa del almacenero y no de mis amigas. Pensándolo bien era raro que no estuvieran en la vereda. Las persianas de la cuadra estaban bajas. Demasiado bajas.
Como una chispa los ojos se clavaron en un punto a media cuadra. Mi casa con la puerta abierta de par en par. La abuela había enloquecido de repente?
A ella, oriunda de un pueblo de la provincia de Buenos Aires, le gustaba tomar el colectivo que tardaba tres horas y media casi cuatro y venir a la gran ciudad en donde se empachaba de telenovelas. En varias oportunidades quisimos comprarle un televisor pero con su hermana nunca aceptaron. Tal vez no querían que la modernidad las devorara.
Prefería tomarse un recreo de gallinas apareciendo casi sin avisar frente a nosotros, así como sin avisar regresaba a su limonero y antiguas sábanas blancas bordadas, comunicándose con nosotros a través de una encomienda que mensualmente mandaba repleta de chacinados y revistas.
Mis pasos se aceleraron, últimamente ocurrían cosas extrañas en el barrio ,coches falcón estaban estacionados en la esquina. El corazón se aceleró, un dejo de miedo revolvió entrañas, boca, oídos.
En plena tarde los vecinos, esos que sabían vida y milagro de cada casa, habían optado por transformar la tarde hermosa en noche voraz. Las persianas se sumían en cerrojos, nadie por aquí, nadie por allá.
Y el cuco funesto parecía haber deglutido intempestivamente a la anciana que estaba de visita.
Tal vez entraron ladrones, o la puerta quedó mal cerrada-quise tranquilizarme. Pero los ruidos devoraron el silencio de la habitación que daba a la calle. Solo tres hombres, mi abuela y yo.
Cuando grité, fue tan enérgico el aullido que uno interrumpió lo que estaba haciendo, el muy desgraciado rompía todo lo que encontraba a su paso. Callate!!-dijo.
La abuela no entendía nada, de su apacible quietud, en donde nunca sucedía algo diferente, a estar envuelta en una locura de gritos, armas y terror. Pero en esa turbulencia ocurrió algo. Los doce años que hasta ese momento me pertenecían pasaron a duplicarse o más.
Como si una onda magnética hubiera revolucionado cada sentido hablé y hablé sin parar. Llamé a mi madre al trabajo explicándole, en un tono alto para que escucharan, que había intrusos en la casa, los cuales entre otras cosas estaban agregándole algo al teléfono y se habían ensañado con el cuarto, rompiéndolo.
Ellos como si nada, seguían… y yo me sumía en el pánico más atroz y la verborragia sin límites para cansarlos...para que se fueran de una vez por todas y nos dejaran a la abuela y a mí bien solas con nuestro café con leche.
De repente se marcharon...sentí que la manteca estaba derritiéndose entre mis dedos…
Corría el año 1976. El falcón era un coche que estaba de moda, grande como pocos, y usado por pocos. Una especie de bestia. Unas bestias.” Claudia Ainchil

Mi infancia fue un viaje a la vejez sin boleto de retorno pero si disfruté de los momentos de soledad que fueron muchos y que sivieron para alimentar mi imaginación. Daniel Montoly

si encontraran a la niña
si acaso
si la vieran deambular por su ciudad en llamas
si la rescataran
si encontraran a la niña detrás de sus múltiples murallas
si acaso
si la vieran caminar con los ojos dilatados por la espesura de su nombre
si le cantaran
díganle que él también la busca
desde el brusco agujero de su nuca
con el norte roto
díganle que no es necesario arrancarse el corazón a puño en tajo
díganle que él la busca también
como a sí mismo se buscara
díganle
que él también la busca
que no la ha olvidado en un rincón brumoso
díganle a la niña
si tal vez
si acaso
si la encontraran

gabriela yocco


Mi infancia fue primero el borde pasteado verde, con palos ásperos de hacer equilibrio, en Av. Gral Paz y Beiró, enseñadas por papá- y prensa clandestina, yo llevada por papá en la bicicleta de repartirla- mamá y los aromas de la comida-Fue Haedo y (con algunos paréntesis) para siempre- Fue Haedo y sus árboles- Y el terror a la hormigas- Acostumbrarme y alguna paliza por fugarme a jugar por los baldíos, con la mayor- Papá sus actividades gremiales, sus despidos y la pobreza y usar ropa regalada, sin darme cuenta, y a veces, solo a veces la desesperación de mamá por no tener comida que darnos, porque el milagro laico y solidario, salvó siempre- Pero Fue también el amor por la lectura, la obligación del conocimiento, cuando se pudo regalos de témperas, para pintar, siempre los libros rondando, las revistas de política internacional para ser buena gente- Buena gente... Un secreto: papá se quedó conmigo en la fábrica, donde era encargado metalúrgico (y mi infancia fue algunos gustos, si) (siempre fue obrero textil y mamá también) se quedó después de hora para fabricarme un barco fenicio, de madera real, así llevaba ese material que yo debía pintar y barnizar, para lucirme en la escuela- Un hermoso barco. Gloria Arcuschin


Las hamacas de parque Domínico, las más chiquitas, las altas.
Y parque Lezama. También parque Lezama.
El aroma a rico que invadía la casa mientras mi mamá pergreñaba sus milagros culinarios.
El chocolatín que me traía mi papá cada vez que volvía del trabajo.
La botella de leche de vidrio verde con su tapa de papel de metal. Y la crema robada con una cucharita antes de llegar a la cocina.
La vereda. Los juegos con los primos. Los vecinos. El cole.
La mesa de navidad en casa de mi abuelo. El patio, los caballetes, los tablones. El árbol. El pesebre. La espera infinita hasta la medianoche.
Construirme la vida. Dibujarme un alma entre los huesos.
Eso fue mi infancia.

Ese lugar a donde nunca dejo de volver. Mónica Palla


INFANCIA
Palermo barrio, colectivo 39
Cuadriculado patio estrellado de brevas
De la higuera centenaria
Bulla de gorriones en las altas ramas
De los falsos arces dorados por el sol en el otoño
Mezclada con bulla de futbol callejero.
Voltaire hecho pasaje
En el camino de la escuela 22
Vuelo de monopatín por la vereda
Señora vecina cruzando de improviso
Vuelo de la señora, monopatín
Y del suscripto.
Cargosear a los hermanos mayores
Músicos y artistas pintores
El pañuelito blanco que te ofrecí
Cantaba mi madre
Acompañándose con la Singer
Padres que nos trataban de usted
Y se trataban de usted
Piano en la sala oscura como en el tango
Abuelo andaluz incha de Racing
Tranvia 31 a puente Saavedra
( con dos luces coloradas )
Por el boulevar arbolado de Cabildo
A visitar a los tios ( Con paquete de factura )
Paseos de verano en el Rugbi sin capota
Rosedal, lago, guitarreada y mate
Verano con playitas de Anchorena
En el rio marron
Barrilete en el terraplén pasando la Juan B. Justo
Piñas con los vecinitos por cuestiones de bolitas
O por pisar sus veredas o por motivo cualquiera
Con las nenas no juntarse o pasar por maricon
Billarda trompo y balero y también las figuritas
Cine gratis los domingos, pero habia que ir a misa.
Resplandores en pretérito
Destellos insistentes de ventura
Que cubren los dolores de crecer
Ambicionado retorno imposible Hugo Moya

si encontraran a la niña
si acaso
si la vieran deambular por su ciudad en llamas
si la rescataran
si encontraran a la niña detrás de sus múltiples murallas
si acaso
si la vieran caminar con los ojos dilatados por la espesura de su nombre
si le cantaran
díganle que él también la busca
desde el brusco agujero de su nuca
con el norte roto
díganle que no es necesario arrancarse el corazón a puño en tajo
díganle que él la busca también
como a sí mismo se buscara
díganle
que él también la busca
que no la ha olvidado en un rincón brumoso
díganle a la niña
si tal vez
si acaso
si la encontraran gabriela yocco

Mis bisabuelos y el patio.
Infancia
Mi infancia me trae recuerdos de patios. El patio de mi casa. El patio de mis abuelos. Ambos llenos de luz y de plantas.
En casa, panza abajo tirada en el piso –baldosas rojas-pasaba horas mirando los insectos, jugando con mi perra o inventando mundos con mis vecinitas del barrio.
(Mientras escribo recuerdo que desde el patio veía la casa de Lina y que solíamos hablar muy fuerte hasta que mi vieja -o la de ella -nos hacía callar porque era la hora de la siesta)
Recuerdo los domingos en casa de los abuelos: ¡la pastasciutta! Il nonno Francesco era el encargado, amasaba y cortaba gli spagetti- a mano, era artesanal el asunto.
Se vienen a mi mente esas viboritas casi amarillas- un huevo por comensal- extendidas sobre el mantel de la mesa grande. El olor a la salsa de la abuela, mi vieja y mis tías preparando la mesa. En verano en el patio, tan grande, tan florido. Éramos unos 20.
Mis viejos y mis tíos reunidos en el “comedor principal” – el que no se usaba casi nunca pero recuerdo los muebles hechos por mi abuelo. ¿Les conté que era carpintero? - hablando a los gritos en una extraña mezcla di dialetto marchegiano col dialetto genovese. Imposible de entender.
Soy la más chica de la flia, hay fotos de aquella época pero en muchas no estoy. Y luego en las que sí estoy faltan los primos mayores que ya iban a la facu y que, por supuesto, los domingos no aparecían.
Recuerdo los juegos en la terraza con los gatos de mi abuela. Era una casa grande, tan grande. Mis primos y hermanas jugaban a las escondidas y… ¡nadie se encontraba!
(Después descubrí, cerca de los 8 años y de la mano de mi viejo, que se podía ir por los techos y bajar al estudio dello zio Atilio que daba a la calle San Martín)
………………
Volví hace unos 5 años, antes de que la casa fuera vendida. Apenas reconocí el barrio. La bajada Sargento Cabral, en la que mis primos solían jugar tardes enteras sin el control de un adulto, hoy se ha convertido en una zona de boliches, donde se inicia la “caravana” hacia la zona de la Florida donde en verano – Off mediante- disfrutas de la música y de las bellezas de la costa rosarina.
Durante el día es paseo obligado de rosarinos y turistas que disfrutan del río, de las artesanías del Mercado de Pulgas, de los barcitos con aire francés, o de las exposiciones de arte.

La casa de mis abuelos ya no existe, sólo quedó la fachada. Se convertirá en otro de los tantos edificios de lujo que en este siglo XXI se yergue en aquella soleada y amplia calle donde transcurrió mi infancia. Alice Rosetti

9 comentarios:

  1. Mi primer recuerdo de la infancia: 18 meses aproximadamente

    La mar
    acribillada
    por lluvia.

    Manita
    contenida,
    enorme palma.

    Ojos
    que jamás olvidarán
    esa sola imagen.

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  2. gracias por tu poema Daniel Adrián Castelao (Oytis).

    Te voy a hacer compañía:

    desórdenes de nieves blancas
    verdeaba en las mañanas
    mi desierto de sol asignado,
    la opacidad crecía en mi voz
    -sombría infancia
    /en mi memoria-
    una abuela de la post guerra
    contaba una historia
    de desórdenes
    de nieves blancas,
    de rojas caperuzas de paño
    y otras tantas inmoladas
    en trampas
    de lobos hambrientos
    y madrastras perversas/
    -mudez y mirada
    /en la casa umbría-
    recodos
    donde yo jugaba
    mis avatares/
    era madre de mi madre
    y después mi padre,
    nunca yo,
    nunca mi niña.
    -de nada sirvió el silencio
    /en las voces prudentes,-
    donde estaba la muerte,
    la muerte acechaba/

    alicia b. pastore (agnès)

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  3. Excelente post...un lujito!!! Te felicito Alicia por la iniciativa de hacernos recordar en algunos pocos renglones...la infancia de todos/ Gracias.♥

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  4. "Mi infancia fue una raiz de luz. Gisela Galimi "
    Me conmoviò esta frase. ( Alejo del Manso )

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  5. Mi infancia fue un patio de luces y de colores

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  6. Qué belleza todo lo que llevan en sus corazones cada uno , qué hermoso poder narrarlo y revivir!!!

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  7. Mi infancia fue el tejido constante del dolor y del rescate. Crecí en pleno campo, a su abrigo. Mugidos, cántaros de leche para la escuela de los humildes, donde mi madre recitaba poesías, pintaba paredes con escenas de cuentos de los hermanos Grimm. Soledad vasta, terror vasto. Trigales de fuego, búhos y lechuzas poblando de belleza y sonido las noches. Galopar...¡ como si nada más que galopar! Escondidas, payana, buscar el cielo entre los zapatos gastados. Hebras de desesperanza. Noches oscuras en el pasto: arriba la joyería de las estrellas y abajo las luciérnagas, en el canto de los grillos. Construir con lo posible la batalla. Libros amados. Amor por las letras. Saber desde el vientre de mi madre que eran mi rescate. Corazón obstinado de la tierra. Amalia Zacoutegui

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